24 de abril de 2009

Alfonsín

Quizás, desde la perspectiva de su propio lugar en la historia del movimiento, su decisión política más astuta haya sido la de morirse en 1851, en vísperas de la caída de Rosas, ya que de esa forma despejó el camino para que sus amigos – desembarazados de un fósil molesto y ambicioso – pudieran hacer de él uno de los “profetas” de la nueva Argentina que se levantaba.
en

Myers, Jorge: La revolución de las ideas: la generación romántica de 1837 en la cultura y en la política argentinas.

acerca de Esteban Echeverría.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

jajaja eso lo estas leyendo para pensamiento argentino!!
patria o muerte!

beso
adela

Matías Pailos dijo...

tiene pasta de profeta. Pero me parece que los que lo quieren canonizar no gustan de los carbohidratos.