30 de abril de 2006

La delgada línea roja


Dedicado a mi Crazy Bitch, por haberme inspirado esta reflexión.


Ciertos hechos desencadenan reacciones fortuitas, impredecibles y sobre todas las cosas tienen derivaciones impensadas.
Sencillamente me comentaron algo referente al período menstrual y por algún motivo que no comprendo, mi conexión mental no fue la de inmediata repungancia que suele suceder cuando pienso en eso que le pasa a las mujeres.
Rememoro ahora cierta anécdota con aires de leyenda que, si uno tiene algo de suerte y un poco de oído avisor, puede escuchar en los pasillos de la Facultad de Filosofía y Letras, en Puan 485, Caballito, Capital Federal.
Dice esta leyenda negra (más bien diría, roja) que la profesora Marcela Crocce también fue alumna de esta honorable y parasitaria carrera que hacemos algunos, es decir, Letras.
Bien, Marcela Crocce (respetadísima crítica, autoridad en Literatura Argentina, Literatura Latinoamericana y Teoría Literaria ; conocida por su compromiso político de izquierda tradicionalista) estaba escuchando una clase del titular de Literatura Norteamericana: Rolando Costa Picazo (excelso y adorable profesor por ciero, traductor de Hemingway y Henry Miller entre otros y amigo personal de Jorge Luis Borges). La clase esta versaba precisamente sobre Faulkner y el profesor ilustró leyendo un fragmento de alguno de sus libros que ahora se me escapa. ¿Habrá sido "Luz de Agosto"? (según Costa Picazo, terrible traducción ya que el título original: "Light in August" se refiera a "Dar a luz en agosto" porque es la época en que nacen los terneros en sur estadounidense) ¿Habrá sido "Las palmeras salvajes" con la descollante y célebre traducción del amigo personal de Rolando, es decir J.L.B.? No lo sé. No creo que lo sepa algún día.
El pasaje del enigmático libro de Faulkner (que eso sí que está claro) refería a cierta mujer en una escena y el titular de cátedra leyó: "Entonces se levantó y sangró".
Bien, aquí la leyenda dice que Crocce preguntó: "¿Por dónde sangró?" a lo que el profesor respondió: "Y... ¿por dónde va a ser?¡Por donde sangran las mujeres!" respuesta que determinó la ira de Marcela y su rauda partida para no volver nunca más a las clases del profesor Costa Picazo.
Pensando en esta recurrencia femenina de cada mes y sabiendo que nunca seré parte, me di cuenta que ese asco natural que a uno le da por pensar que eso que está siendo expulsado del cuerpo de la fémina, acaso la confirmación de que la idealidad, la imagen vestal, impoluta y pura muere cada mes con las posibilidades de existencia de un ser (¿será esto acaso un caso cuestionado por la Iglesia de asesinato del niño por nacer?).
Por una parte me resulta realmente repugnante ponerme en la piel de una mujer en los tiempos de su período. Ir perdiendo sangre de forma natural cada mes es la muestra clara de la imperfección humana.
Eso pensaba hasta ahora sumado a la mencionada sensación de suciedad y desagrado.
Pensándolo mejor, me di cuenta que esa Sangre que todos los meses sale, es mejor que salga y no que quede.
Desde los 12 o 13 años y hasta avanzada edad, todos los meses, de todos los años viene el período a mostrar con su rojo furioso que la mujer está viva, es fértil, no está embarazada ni lo suficientemente vieja como para que ya no venga.
La menstruación es la clara muestra de la vitalidad, de la vida.
Liberar el cuerpo de un desecho, aunque ese desecho sea de sangre, es un símbolo poderosísimo que se me había escapado hasta este momento.
No siento que pueda sentirme más cercano al sentimiento de menstruar, pero sí puedo entender que quizás, para una mujer es mucho mejor saber que viene y no que no viene.
El dolor menstrual puede ser muy fuerte, pero el dolor de ya no ser (jóven) o ser demasiado (vieja) o, y ahora hablando en serio, saberse uno más cercano al fin, el que no venga porque viene alguien que nadie llamó o que no venga porque todavía se es una niña son todas circunstancias en las cuáles me imagino a una mujer le demuestran que, precisamente, ya no es una mujer.
La mujer nace, se funda, se constituye con su menarca y será mujer hasta su última menstruación.
Antes es una niña, luego es una Mujer Menopaúsica. Ya no es una "Mujer" sin más.
Si pensamos que además, Ser una Mujer en nuestra cultura suele star asociada con la primera experiencia sexual, que se tiñe de sangre del hímen, me pregunto si no habrá, allí atrás, en toda esa sangre, en todo ese dolor (menstrual, de romper el hímen, de ya no ser virginal, vestal o impoluta) la base de mucha de la sangre de mujer que corrió y corre derramada injustamente, sólo por el hecho de que una Mujer sea una Mujer y su marca sea la sangre.

1 comentario:

Ferdinand Mortnais dijo...

qué post más raro...

el otro dia tuve el desagrado de escuchar una conversación de ginecólogos por la calle... recordar lo que se comentaban me da náuseas.