29 de febrero de 2008

Un encuentro de poesía en la playa

Poesía no. Mi colección de libros de poesía es tan escasa (24 libros) que entra toda en mi escritorio. Como se ve sólo algunos libros de poesía Beat, algo de Baudelaire, libros para la fuckulttad y poco, muy poco de poesía argentina (aunque tengo una primera edición del Zelarayán de Cucurto en Ediciones Deldiego :-P )

No leo poesía. Nunca me gustó el género. Nunca le encontré la vuelta. Una vez escribí sobre por
qué, a mi entender, a la gente como yo no nos gusta la p
oesía y por ende no consumimos poesía.
Quizás es una falencia mía. Decir tan terminantemente: “No me gusta la poesía” o “No me gusta todo un género” es casi como una falta profesional. Pero
no lo puedo evitar. Sí, me gustan algunos poetas. Me gustan algunos pocos libros de poesía. Me gustan algunos poemas sueltos. Pero en líneas generales no me gusta la poesía. No sé si es porque el género es tan amplio, tan vasto, tan que todo adolescente con un mínimo de sensibilidad ha escrito y tan imposible de abarcar (y yo soy de esos neuróticos a los que les gusta tener todo bajo control) que ya me desanima a empezar a leer. Quizás es porque veo un libro de poesía y no puedo saber, a priori, de qué va a ir. Y como la experiencia me indica que la mayor parte de las veces la poesía no me dice nada, no me conmueve en absoluto, no me produce ni un mínimo cosquilleo, sino que más bien, me aburre profundamente, entonces, por eso digo que no me gusta la poesía.

No invertiría en libros de poesía. No me los compraría y si me los regalan, lo más probable es que no los lea. Ni plata ni tiempo me merece la poesía.Claro, si se trata de poesía narrativa, de verso libre y sin demasiadas pretensiones, quizás me interese. Si es Baudelaire me gusta. Si es Rimbaud me gusta. Los lugares comunes obvios de la poesía. Si es Bukowski, me gusta igual. Aunque según parece ni los mismos vecinos de Hank en Los Angeles ni sabían quién era (“¿Sabes? No conozco al tipo – dijo Lorraine Marshall-. Yo adoro la poesía, pero por favor, es un bungalow cochambroso y viejo. A la gente se le va la mano a veces.” Clarín, Jueves 28 de febrero de 2008, página 38. La declaración es en referencia a que la casa donde Bukowski vivió entre 1963 y 1972 en Los Angeles (California) fue declarada Monumento histórico y cultural por el Consejo de la ciudad de Los Angeles).
Como esos escritores o pseudo escritores de narrativa a los que les preguntás “¿Qué lees?” y te responden “Y… los clásicos.” Como si hubiera una nómina de escritores que habría que leer, esos clásicos, y con eso te cubrieras de las lecturas que hay que hacer.

En Frenesí de José María Brindisi el narrador describe a la chica extraña que les gusta a un grupo de amigos. Dice: “…aunque menciona autores que ninguno ha leído todavía y en algunos casos apenas si oímos nombrar – Bloy, Manzoni, Svevo, Barth, Aleister Crowley -…” (Brindisi, J.M. Frenesí, Emecé, 2006, Buenos Aires.). Es una buena caracterización.
Tenés los clásicos, tenés los que todo el mundo lee y tenés esos e
scritores fetiches que conocés vos y algunos más.

Y creo que ahí se juega la diferencia. Ahí se ven los pingos. Ahí se ve qué clase de lector sos.
Yo de poesía leo los clásicos. No me gusta la poesía. De narrativa investigo más.
En narrativa tengo mis fetiches más o menos populares: en este
momento estoy medio fanatizado con Bret Easton Ellis pero también le dedico horas y libros leídos a autores cuyos nombres serán desconocidos para muchos. Por ejemplo, para los lectores de poesía.
Bret Easton Ellis me llevó a McInerney. Seguro, u
n montón me van a dcir: “yo lo conozco”. Pero no son tantos. Se los aseugro. Menos dentro de los lectores de poesía.
Una vez, le comenté a una conocida de Letras, escritora de poesía
y teatro, lectora voraz del género, que estaba leyendo a Henry Miller. Me miró extrañada. "¿Henry quién?" Pensé que me moría en ese instante.

Hace dos fines de semana entonces estuve en un encuentro de poetas en la playa de Quequén.
Nada más lindo que el mar, las olas y el viento, ¿y la poesía?
Fue raro. Digo era consciente de no estar en mi medio. Pero lo disfruté igual. La playa está buena con o sin poesía.

Entre licuados y sol escuché algunos poetas. Y no, no me convenció la poesía.
Fui con un par de compañeros puanners. Todos ellos conocedores de poesía, todos ellos escritores de poesía, todos ellos sumergidos en el mundo de la poesía.
Pasaron horas hablando de cientos de poetas cuyos n
ombres no conozco y tampoco recuerdo ahora. Me sentí casi como la vieja vecina de Bukowski en Los Angeles que no tenía idea de quién había sido el tipo.
Admiré algo del conocimiento enciclopédico sobre poetas y poesía de mis compañeros, sus lecturas de aquellos poetas que no conozco y otro poco me aburrí. Pero claro, estaban el mar, la arena, las galletitas y cuando la cosa se me ponía densa podía dispersarme o tirarme a dormir bajo el sol.


La avanzada de Puán casi completa. Por alguna razón no hay foto alguna en la que hayamos salido todos.

Foto: Blog de la editorial Sigamos enamoradas

¿Entonces qué pasó? Pasó que no me dejó de sorprender ver a los poetas que leyeron y que viajaron con nosotros. La mayoría gente grande, la mayoría poetas consagrados (según me comentaron, como dije, no entiendo nada del género). Y los vi ahí. Algunos son personas grandes. Algunos no estaban tan consagrados. Algunos me dieron la impresión de estar en una especie de viaje de jubilados y pensé: “¡Qué locura! Es como si mi vieja se sentara acá en el parador y micrófono en mano leyera sus poemas.” Me dio como esa sensación. La idea de que si es dificil determinar quién es consagrado y quien no en Narrativa, en Poesía es mucho más dificil todavía. Porque casi todos hemos escrito poesía (yo mismo llegué a tener unos 100 poemas escritos) y porque no entiendo cómo se podría decir: “Esto es bueno” ; “Esto es malo”.

Y entonces la gente grande, leyendo sus poemas y la sensación rara, la sensación de que esa gente obviamente se toma muy en serio lo que hace y algunos tienen un nombre hecho y todo y yo que los escuchaba y me aburrían o me parecían malos o me generaban cierta sensación de no entender nada. ¿Qué carajo está pasando acá? Eso pensaba.

No todo fue poesía. Como se ve, cuando no estuvimos escuchando poesía nos divertimos en la playa... ¡sacando fotos movidas!

Me gusta la narrativa. Dentro de la narrativa, prefiero los géneros bajos. Es decir, no, no voy a leer a Svevo, Bloy, Manzoni o Barth en un principio (aunque Aleister Crowley sí que me tienta). Pero por ejemplo, a partir de un comentario de este blog me convencieron de darle una chance atrasadísima a Jim Thompson. Policial negro. Puro y duro. Una genial recomendación. De Thompson leí en la contratapa de su Pop.1280 que “If Raymond Chandler, Dashiell Hammett and Cornell Woolrich could have joined together in some ungodly union and produced a literary offspring, Jim Thompson would be it..." (Contratapa de Thompson, J. Pop.1280, Vintage Crime/Black Lizard edition, 1990, United States of America)
Listo, fui a Amazon y me anoté en mi Wish List un par de libros de Woolrich. No lo conozco todavía, pero estoy ansioso por conocerlo.

Creo que ahí es donde uno encuentra el valor de los clásicos: un clásico es el libro que te hace saltar a otros autores, a otras lecturas, a otros valores.
Un clásico es un punto de partida. Un clásico es una trompada de placer que te deja grogui y te dan ganas de más. Más literatura, más libros, más autores.
Pero claro, te tiene que gustar el género. Si no te gusta el Policial, podés leer El largo adiós, disfrutarlo y admirarlo como el novelón que es pero no pasar de eso: no leer nunca a James Ellroy (Dios te bendiga American Dog) o Horace McCoy y ni que hablar de David Goodis o Michael Cain. Te puede encantar por ejemplo El Señor de los Anillos y nunca recaer en un Michael Moorcock por ejemplo.
Si te gusta Baudelaire podés mojar tus bragas con la lectura de Las flores del mal pero después, no sé si automáticamente vas a saltar al siguiente paso. No yo al menos.
Para mí la poesía es eso: en pequeñas y muy selectas dosis, la trago. El resto, para mí, es casi como un viaje de jubilados al mar.

28 comentarios:

Esteban Valesi dijo...

Olga Orozco ─creo que fue Orozco; por favor, que me lo confirme alguien más erudito─ sostenía que la poesía es un modo de interrogar a dios para que hable. Y a mí, que no creo en una goma, se me hace una definición interesante, disparadora, por lo menos. Porque “el poeta” (el poeta en serio, digo, no el que escribe 3 versitos cuando lo abandonó la novia) tiene un poco esa cosilla de místico laico ¿no? Ya lo decía Gombrowicz, que los poetas tienen algo de monjes, de feligreses de “la Poesía”, casi como una divinidad pagana. Aunque yo preferiría hablar de “lenguaje” (antes que de "dios"), pero en tanto magma oscuro, inconsciente, contradictorio, plástico de significaciones del que, virtualmente, se puede extraer cualquier cosa. O sea, la poesía sería un modo de torturar al lenguaje, de darlo vueltas y pasarlo por una picadora de carne, para que exprese cosas nuevas, no dichas y, entonces sí, que me seduce, me engancha. “Lengua calcinada”, Gelman dixit. En ese sentido, los grandes prosistas tienen que ser, necesariamente, grandes poetas, o poetas en potencia, por más que no hayan escrito un endecasílabo en su vida. ¿O no hay poesía en Cortázar? ¿O no la hay en Burroughs, Borges, Kundera, Nietzsche y así ad infinitum?

Todo lo demás es pantomima y, francamente, me importa poco y nada. Es cuando surgen los inflados, los “autores de culto” ─expresión que no logro tragar─, las modas, el microfonito y la voz impostada, las camarillas literarias y sus correspondientes intercambios endogámicos que, como tales, solo pueden dar a luz hijos mogólicos. El ejemplo que das de la flaca que no conocía a Miller viene como anillo al dedo.

Ahora, ¿la poesía es eso?

No, joder, no lo es. Separemos los tantos. Y pienso que la bronca de Gombrowicz (vuelvo a él) venía por ese lado, mucho más que contra la poesía “como género”, en sí mismo. Pero si uno se queda con eso, evidentemente, corre el riesgo de tirar al bebé con el agua de la bañadera. Se pierde a tipos muy grosos, que no son solo los clásicos, aquellos que, quizás ahora mismo, están produciendo textos originalísimos, piolas, distintos y es una cagada. El tema, claro, pasa por no confundir gordura con hinchazón y aprender a diferenciar, lo que requiere tener la voluntad de revolver entre lo superficial para llegar a lo sustancial.

A ver, loco, citaste a Baudelaire y Rimbaud: dos de los poetas más desaforados y bestiales que hayan existido. Demoníacos. (No es casual, por lo que se ve, con tu debilidad por el policial negro y los beatniks faloperos). Y para mí la poesía tiene que ver mucho más con eso, con esa visceralidad y ese ardor, que con un viejito hablando de la belleza de las rosas de su jardín, mientras el público bosteza.

ajsoifer dijo...

Concuerdo bastante con vos. Mi problema es que se me hace muy arduo separar la paja del trigo: los que escriben a las rosas de su jardín (y no olvidemos a Walt Whitman) y los que le dan una vuelta de tuerca interesante al lenguaje y lo hacen escurrir imágenes increíbles.

No me quedó claro lo que comentás acerca de la desconocedora de Henry Miller.
¿Acaso no tiene poesía su prosa?

Anónimo dijo...

Ale,
es muy interesante tu post. Tal vez no haya que preocuparse tanto por "saber" si lo que escuchás o leés es poesía buena o no. Cuando escuchás una canción, no te preocupa tanto si es buena o mala. La escuchás. Te gusta o no. Y cuando te gusta, muchas veces no sabés por qué. Lo bueno y/o lo malo, es una convención. Hay grupos de personas que adoran a Alfonsina Storni y está superbien, aunque a mí me parece horrible.
Esteban tiene razón, la frase que cita es de Olga Orozco. También ella decía que "la poesía es como bailar, pero con intención". Y convengamos que el tipo de poesía que ella creaba era de búsqueda trascendental. Pero también existen muchos tipos de poesía con distintas búsquedas.
Yo creo que vos sabés de poesía y de literatura. No te preguntes tanto qué es bueno o malo. Cuando escribís, lo hacés sobre una idea en la cual creés y quizás a otras personas les puede parecer mala, pero eso no te traba para seguir adelante. El resto, siempre será silencio.

ajsoifer dijo...

Gracias Enrique por tu comentario. Nuevamente aportás para aclarar un poco la confusión.

Anónimo dijo...

Yo también le estoy dando duro a Bret y no sabés cómo le gusta.

Che, Rufián, tu blog se llenó de fotos tuyas... no nos hagas esto :P

ajsoifer dijo...

Es que necesito darles una razón para putearme! No te das cuenta que desde mi post acerca de si soy o no una puta ya nadie me putea?

lenguaviperina dijo...

Sólido el blog Rufián.
Te falta ver todas las virtudes -o al menos algunos- de Asfixia y Fantasmas y es casi perfecto.

Cassandra Cross dijo...

Coincido. Tengo tan "pocos" libros de poesía como vos, los he leído a todos al menos una vez (algunos dan ganas de revisitarlos; a los otros, he pensado seriamente en regalarlos a personas que los disfruten más...) y no me interesa particularmente comprar más.
Será una tara, pero todos tenemos el derecho de elegir el género o tipo de literatura que más nos sacie, nos complete... nos "llene", si se quiere. Al menos pudiste estar escuchando a gente que sabe, que eso siempre es bienvenido (hasta que te pegás un embole macuco, como yo en las reuniones entre informáticos, karma of my life).

Saludos.

PD: Solución a las fotos de grupo... llevar a la playa una digital que saque fotos automáticamente, la programan y ya... :-P (igual, quién piensa en fotos cuando pisa una playa!?)

Humanoide dijo...

qué abandonado que tenés al amigo humanoide !!!

Bueno, la poesía se halla como condimento en la narrativa misma, es como un poco de azúcar que le da sabor a un texto... la poesía en estado puro es indigerible, como una cucharada tras otra de azúcar... resulta empalagosa... vomitiva...

al menos eso me enseñó gombrowicz y estoy feliz de que así sea.

Aguante Luces de Neón.

Un saludo para vos.

ajsoifer dijo...

Debo confesar que es la primera vez que esto de la popularidad blogger me genera reclamos de descuido.

Anónimo dijo...

Reconozca compañero que si nadie lo putea es porque ahora usted aprueba o desaprueba los comentarios antes de publicarlos.
En líneas generales, con la poesía me sucede lo mismo que a usted. Ahora bien, me parece que tal vez debió haber evitado el tono paternalista para con Osvaldo Soriano (en "La poesía no paga, el crimen sí"). Es cierto que "Triste, solitario y final" no es un buen libro y Soriano ni siquiera es un buen autor. Pero tiene algunos pasajes interesantes en "Cuarteles de invierno" y "La hora sin sombra". Salute Rufián.

ajsoifer dijo...

Los comments que se sujeten a las reglas de moderación serán publicados, aun cuando me puteen.

Es decir, ni siquiera he tenido que moderar insultos desde que modero los comentarios.

Anónimo dijo...

Hola! acabo de terminar de leer Rant y buscando artículos sobre el libro caí acá y ¡oh sorpresa!, resulta que hemos compartido viaje a Quequén.
No sé si soy de la camada "gente grande" —supongo que sí dado que tengo un hijo 4 años menor que vos— lo que sí sé es que no soy "consagrada" y, definitivamente coincido con vos en mis preferencia por la narrativa.
Consejo: Leé Superviviente Y cuando lo consigas, también "Monstruos Invisibles", son base para poder comprender la cultura Palahniuk.
Lo de Ballard es cierto, y confieso que hasta llegar al giro que le mete a la idea me sentí un poco defraudada.
De todas maneras siempre es un gusto leer a Chuck.
Podés obviar Nana. Los otros dos libros que te menciono son de ¡lectura obligatoria!

Esto debí haberlo comentado en el post correspondiente, pero la coincidencia Quequén me instaló acá.

un abrazo

ajsoifer dijo...

Hola Luc, que agradable casualidad.

La otra casualidad es que en este momento estoy leyendo precisamente, Survivor de Chucky.

Monstruos invisibles me lo vienen recomendando mucho, por lo que sí, seguro, lo voy a leer pronto.

Saludos.

Anónimo dijo...

A mi también me pasó que nunca le pude agarrar la vuelta al genero. Y siempre tuve muchisimas ganas, dado que conozco gente muy conocedora de poesía y dan la impresión de que tienen algun nivel de percepción literaria de la que uno carece, no?

Muchas veces he comprado libros de poesía de saldo (Vicente Alexaindre, Poesía Romántica Española, Tagore), que a duras penas pude terminar de leer. Hay otros a los que abandoné a la quinta página.

Pero en general no he experimentado ni la décima parte de la intensidad que sí me han generado tantísimas novelas.

Hay excepciones: algunos poemas de Gelman, de Cesar Vallejo (impresionante y depresivo), García Lorca, Hojas de Hierba de Withman (quizás mi preferido), Gonzalez Tuñón, Alturas de Macchu Picchu de Neruda, y mucho de Benedetti (lo devoré en mi adolescencia: me han querido hacer sentir avergonzado por eso, pero no lo lograron).

Otra de las maneras que encontré para acceder a lo poético son las canciones: tanto los poemas musicalizados (Ej: Cantares de Machado, Para la libertad de Hernandez, ambos por Serrat; o unos de Juanele Ortiz que escuché musicalizados e interpretados por una chica de la que no me acuerdo el nombre). O las letras de canciones que se pueden considerar poesía, cuyo mayor exponente para mí es Dylan (le pertenezco, maestro).
No es casual que la música genere un acercamiento a la poesía: uno de los supuestos criterios para valorar un poema, además de las imagenes, es su sonoridad (su melodía y ritmo internos, podría decirse). Por eso algunos recomiendan leer las poesías en voz alta (probá con el del Océano Pacífico al final de Big Sur). Por eso también las poesías leídas por sus propios autores suelen perder tanto (Neruda again). Es todo un tema saber leer poesía, no tienen nada que ver con saber escribirla. Tal vez esa carencia es lo que hace que las lecturas públicas de poesía generen cierta verguenza ajena (con todo respeto, no quiero ofender a nadie). Una excepción es Kerouac: te recomiendo que veas en YouTube un video suyo leyendo un tramo de On the road en un programa de TV. En la entrevista previa se lo nota tenso, incómodo. Pero cuando lee, ay, que placerrrr...

Mas allá de todo esto, conozco muy poco de poesía, aunque seguiré buscándole la vuelta. Una recomendación para cerrar: no es poesía pero tiene que ver. Es "Los detectives salvajes", de Roberto Bolaño. Una novela enorme (en todo sentido: tiene como 600 páginas), y una de las experiencias de lectura mas extremas de mi vida. Los protagonistas son poetas (de ambos géneros), conocen de poetas, discuten sobre poetas, cogen con poetas y emprenden viajes por el desierto para conocer poetas. Hay tanta pasión alrededor de la poesía que nunca tuve tantas ganas de entender el genero como mientras leía esa novela.

Camilo

Anónimo dijo...

a mí,la verdad, me hubiera gustado jubilarme entonces...en Quequén.
Me gustó el post, me divierte tu biblioteca poética y che...yo también me aburro de hablar siempre de poesía!! beso. vale

Nurit dijo...

Ale: necesito que me prestes Kaddish, hace mucho ando buscando ese libro y no lo consigo...

viruta dijo...

vos porque no mamaste la mía

viruta dijo...

vos porque no leíste la de viruta

viruta dijo...

uh ahora van a salir dobles cachendié...

ajsoifer dijo...

Viruta: Dónde puedo leer tu poesía y comprobarlo por mí mismo?

Florencia dijo...

A vos que te gusta la movida noventosa te recomiendo leer a poetas de esa década, te van a entusiasmar, lo mismo me pasó a mí con gente como Alejandro Rubio, Martín Gambarotta Y Sergio Raymondi, escriben de puta madre, que los disfrutes....

Anónimo dijo...

Rufián: en tu política de moderación de comentarios leo lo siguiente: "No pueden entender que la forma 'Disgresión' y la forma 'Digresión' se entienden igual".
...
¿Te parece?
No sea cosa que lleguemos a una instancia en que, por ejemplo, decir "anegado" sea lo mismo que decir "abnegado".
Me asombra tu postura, especialmente si tengo en cuenta que, como escritor, el lenguaje sería, ya no tu herramienta de trabajo más importante, sino LA ÚNICA.

Un saludo.

ajsoifer dijo...

Si yo digo "disgresión" o "digresión" Cambia el significado?
Si yo digo "Septiembre" o "Setiembre" cambia el significado?
Que yo sepa no. Que yo sepa tanto vos como yo entendemos de qué hablamos.
El titular de la cátedra de Lingüística de la fuckultad de Filosofía y Letras de la UBA dice siempre en clase que suelen preguntarle los medios de comunicación y los padres preocupados: "¿Cómo hablan los jóvenes?" y el responde: "No sé cómo hablan, sé que hablan. Que se comunican."
Hay que tener cuidado con ciertas normativas porque en pos de una ultracorrección a veces nos dejamos llevar por reglas poco prácticas o foráneas.
Las lenguas vivas precisamente viven y la vida implica cambio, evolución.
Si no existiese esta evolución ahora deberíamos estar hablando en Latín.
La economía lingüística, si no resiente el significado me parece correcta. Necesaria.
Los signos se definen por oposición. Si entre Disgresión y Digresión no hay diveregencias a nivel del significado, entonces no hay oposición de signos. Podrá haber un significante distinto, pero el significado es el mismo. En Lingüística se habla de archifonema. Una definición en http://www.geocities.com/tartasio4/linguistica.html: "Para indicar que las diferencias fonológicas entre dos fonemas se ha neutralizado, se usa el Archifonema. Esto es un fonema que representa la neutralización de dos rasgos pertinentes (que pasan a ser redundantes, no afectando así al significado)."

Por lo tanto me parece que hay que tener cuidado con este tipo de fundamentalismos lingüísticos que invocan instituciones para moderar gramáticas (como si la Lengua se cocinara en los despachos del imperialismo cultural español de la Real Academia Española).

Por lo demás, che, no sólo de lengua se compone la literatura!

Saludos.

Anónimo dijo...

Dylan Thomas es the one.

Anónimo dijo...

Cita de Gustavo Álvarez Nuñez que cita a Adrián Dárgelos: "La poesía es como un perro, te sigue".

Camilus dijo...

Bueno esta es la primera que publico una repsuesta ene ste blog, asi que antes que nada creo que habria que saludar. Soy kura862, otro estudiante de letras perdido entre los vericuetos de la carrera. Soy unos cuantos años más joven que tu pero no los suficientes. Leyendo este post que me pareció muy bueno tengo que aceptar que la poesia no es lo mio. No sé, yo soy más lógico me gusta más contar una historia (si, escribo prosa)o leerla que leer las infidencias de un poema, o peor aun producirlo. Si, como todos o como el 80 % de los estudiantes de letras del planeta tierra he escrito poesia, pero uno tiene que ser sincero consigo mismo: unos versos que parecían montados unos sobre otros, tratando de crear imagenes bonitas pero sin música o aburridas. Bueno en fin, el caso es tampoco soy de esas personas que "necesitan" leer poesia, yo leo cuando me entran ganas, lo cual no me sucede muy a menudo. ya que hablabas de Baudelaire, uno de mis pocos poetas preferidos, la verdad es que con él conservo una relación de amor-sarcasmo. Muchas veces tengo la sensación de que este personaje, el parecido razonable más exacto de Edgar allan poe, fue uno de los más grandes payasos del siglo 19. Cuado recarga sus poemas de esas imagenes tan "intranquilizantes" me da risa, si me rio, es que a mi parecer era un excelente cómico de sí mismo.

Bueno espero seguir volviendo por aca y comentando, y a pesar de que por lo visto tienes un singular placer en que te puteen de lo que he leido hasta ahora que no ha sido mucho ni poco, no he encontrado razón todavía para hacerlo.

Bárbara dijo...

Llegué unos meses tarde a la discusión al parecer...yo pensaba más o menos de la misma manera con respecto a la poesía hasta que empecé a leer autores como Dylan Thomas pero, sobre todo, desde que se me antojó pensar que dentro de la narrativa hay muchísimos autores que escriben "veladamente" poesía, por el trabajo con el ritmo del texto y de cada palabra. Me parece que Di Benedetto es un caso así, tenés que leerlo al ritmo al que te sujeta cada frase, no tenés opción, las pausas, los silencios, en fin, no creo que con otra cosa se haga poesía. Los suicidas está escrita de esa forma en mi opinión, y no voy a quemar tiempo hablando de Zama porque voy a amanecer en el teclado...

Y Los perros románticos de Bolaño...

Saludos.