26 de junio de 2009

Sexo y erotismo en El lector de B.Schlink


Nota: el siguiente texto constituyó mi respuesta a la segunda pregunta del primer parcial de Literatura Alemana que tuve este año bajo la consigna Sexo, amor y erotismo en El lector de B.Schlink.

Con la aparición de la novela Casa de muñecas del escritor israelí K.Tzetnik en 1955 el subgénero de literatura popular pornográfica israelí conocido como Stalag alcanzó su máximo de popularidad. Estas novelas pornográficas presentaban a sus protagonistas como soldados aliados o judíos, capturados en campos de concentración y sometidos a torturas por parte de oficiales nazis femeninas descriptas bajo un imaginario Sado-Masoquista de leather sex. La resolución de la trama estaba dada por el momento en que el prisionero lograba escapar y subvertía la trama de torturas violando y matando a las dominatrices.
El género cayó en una decadencia de la que nunca se recuperó luego de ser exportado a otros mercados (incluido el alemán) hacia la década de 1970.
Sin embargo es posible ver en El lector de Bernhard Schlink, cierta continuidad temática respecto del género Stalag. La interacción sexual entre víctima y su victimario en un juego de poderes que se entremezclan constituye la tensión básica de estas narraciones. Mientras que en el Stalag lo que se ponía en juego era el deseo reprimido de alguna forma de venganza por parte de las víctimas (puede pensarse en el sexo y la muerte como dos campos cercanos interconectados por la presencia fálica que atraviesa, penetra el cuerpo, desgarra como paso previo a dar muerte), en El lector ese juego se supera en cuanto la relación entre Michael y Hanna trasciende el sexo iniciático para el joven. Aunque no por eso deja de haber una tensión que se desarrolla en varios sentidos.
Juan Pablo Bertazza lo explicita:

El vínculo entre Michael y Hanna – unidos por la diferencia de edad – es claramente una relación de amo y esclavo, de aquellas con labios que duelen de tanto besar. Y lo es porque en ese tipo de interacción no es exactamente que uno domine sobre el otro, sino más bien que sólo uno de los dos es conciente (y explotador y amo y señor) de la fascinación que genera, mientras se encarga de negar la que él mismo experimenta de parte del otro.
Es notable que los puntos álgidos de la novela, aquellos en los que aparece un atisbo de libertad sexual y personal, siempre estén motorizados por una orden, un mandato.

Bertazza, J. P.: Mirarlos leer en Radar, Página/12, domingo 3 de mayo de 2009, página 14.

La relación de amo y esclavo adquiere su momento más explícito cuando en una escena que rememora la violencia y el imaginario del leather sex propio del Stalag, Hanna golpea a Michael:

Tenía en la mano el fino cinturón de cuero con el que se sujetaba el vestido. Dio un paso atrás y me cruzó la cara con él. Se me reventó un labio y sentí el sabor de la sangre. No me dolía. Estaba aterrorizado. Ella volvió a levantar la mano.

Schlink, B.: El lector, Anagrama, Barcelona, 2000, página 55.

La violencia física concreta ejercida con el cuero de un cinturón tiende una línea de significado hacia el imaginario naziploitation aunque todavía el relato no haya avanzado hacia la revelación del pasado de Hanna. Al mismo tiempo, refuerza a Hanna como un personaje violento, en perfecta oposición con la familia de Michael, quienes durante el nazismo no tuvieron el rol que ella sí supo cumplir. El narrador lo dice a continuación:

En mi casa no se lloraba así. Ni se pegaba con la mano ni, por supuesto, con un cinturón. Si había algún problema, se hablaba. Pero ¿qué podía decir yo en aquel momento?

Schlink, 2000, página 55.
La condensación erótica del relato se produce por los contrastes entre actitudes pasivas y activas explotadas hiperbólicamente por la condición de sus personajes.
El joven muchacho que encuentra su iniciación sexual en una mujer fuerte que lo enamora y la mujer fuerte que muestra una personalidad violenta y luego descubrirá partes de un pasado terrible. Las relaciones de poder en esa relación están llevadas hasta el límite de la tensión:

- Lo siento, Hanna. Ha salido todo al revés. No quería ofenderte, pero parece que…
- ¿Parece? ¿O sea que parece que me has ofendido? Tú no podrías ofenderme a mí ni aunque quisieras.”

Schlink, 2000, página 49.
En la imposibilidad supuesta de ofenderla, blinda Hanna su afecto y ejerce el poder que luego retroactivamente se presenta como la condensación de una idea perturbadora: Una mujer con la capacidad criminal de elegir a quiénes mandaba a la cámara de gas ¿Podría ser alguna vez ofendida por un joven al que mantenía como juguete sexual? Es en retrospectiva que la tensión erótica actúa violentando los tiempos de la narración.
Y sin embargo, allí entra otra de las revelaciones que retrospectivamente vuelven a modificar el sentido de la trama: la revelación del analfabetismo de Hanna supone un nuevo rebalanceo de poderes donde el joven inexperto que le leía libros durante los baños compartidos tenía en ese acto un poder desequilibrador.
La relación entonces cobra el sentido de un intercambio en el que la búsqueda de conocer más acerca del cuerpo femenino por parte de Michael es respondido por la necesidad de Hanna de que le lean. Se establece una relación que en Michael es amorosa y para Hanna exclusivamente pornográfica de dejarse explorar el cuerpo a cambio de una narrativa que no puede poseer. En la imposibilidad de continuar la narración del cuerpo desnudo y la escena erótica, la sustitución se produce desde la narración de relatos clásicos. Dice Linda Williams en su análisis sobre la pornografía primitiva de los Stag Films:

It is, in short, as if the spectacle of the naked or nearly naked body, male or female, retards any possible forward narrative drive.

Williams, L.: Hard Core, Power, Pleasure and the “Frenzy of the Visible”, Universitiy of California Press, 1999, página 71.
El relato de Schlink se detiene en el descubrimiento puro de las sensaciones, los perfumes, los sentimientos, se sobrepone al cuerpo desnudo y la interacción. El narrador necesita llenar con palabras los espacios de una sexualidad que no esconde secretos en su generalidad unificadora de un acto natural y ahí construye el erotismo. Son aquellos momentos, ritos, sensaciones, pequeños detalles, los que llenan el relato y la violencia obscena pornográfica de la genitalidad está excluida, no hay, como en el género Stalag una venganza retrospectiva en la forma de una violación o la misma violencia física que supone el coito. En esta primera parte de la novela Hanna será un personaje dominante que es capaz de asegurar que no hay forma en que un chico la ofenda o la conmueva. La segunda parte en la revelación del pasado nazi del personaje, afirma ese dominio y le da una explicación inesperada a los actos ya narrados. La ambigüedad de sentimiento se apodera del Michal adulto y será recién hacia la tercera parte con la revelación del analfabetismo de Hanna y el envío de las cintas de lectura grabadas donde las posiciones de dominantes y dominados cambian. Michael conoce ahora la contraparte de ese contrato nunca explicitado entre él y Hanna y entiende que la lectura significaba su aporte en el intercambio. La mediación por la cual le envía las cintas sin hacerse presente en la celda aparece como un dominio sobre ella que vieja y encerrada, ya no tiene nada que ofrecerle. Incluso su olor ha cambiado, precisamente aquel puente significante de sexualidad y adolescencia:

Antes su olor me encantaba. Siempre olía a limpio: a ducha, a ropa limpia, a sudor freso o a amor físico. (…)
Ahora, sentado junto a Hanna, olí a una anciana. No sé de donde sale ese olor que conozco de las abuelas y las tías entradas en años, y que flota como una maldición en las habitaciones y los pasillos de los asilos. Hanna era demasiado joven para aquel olor.

Schlink, 2000, página183
Ya no quedará nada interesante en ese trato para Michael que reafirmará su dominio final en una reescritrua de la venganza del protagonista del Stalag mediante el olvido de Hanna en la celda durante sus últimos días.

5 comentarios:

Cristian Páez dijo...

Suelo tener memoria confusa, pero creo que se conocen cuando ella lo ayuda a vomitar contra una pared; luego Hanna se lava las manos en una canilla cercana. Un toque gore al sado de la trama. Algo así como semen y espadol a la europea.

ajsoifer dijo...

Buena observación. No la había notado.

Juli* dijo...

Qué buen eje para trabajar! Cuando la cursé nos centrábamos en lo fantástico.

Anónimo dijo...

Amo El Lector.

Diego dijo...

Muy buen comentario.


Saludos