27 de octubre de 2006

Chuck Palahniuk: Los terrores de lo cotidiano


Todos sabemos que el tiempo libre es un bien escaso.
Si a la escasez del tiempo libre le sumamos trabajos prácticos con frenéticos deadlines de una semana, parciales domiciliarios, mucho, mucho estudio, mucha, mucha literatura para leer para las clases, laburo de lunes a sábado y terminar de escribir una primera novela (¡se reciben felicitaciones!) y las discusiones con la inefable Licenciadita-Comisario Stalinista Rosana López Rodríguez, las posibilidades de actualizar mi blog se ven reducidas.
Bien, este post va a intentar resarcir la ausencia. Como los pocos lectores que me leen saben, posteo poco pero mantengo cierta calidad.
En esta ocasión no sólo voy a resarcir mi sequía blogística sino que también voy a reivindicar a un escritor que en algún momento critiqué desde el simple prejuicio. Evidentemente también aprovecho para arrepentirme y decir que me equivoqué.
A quien quiera leer le digo que Chuck Palahniuk es un escritor que me sorprendió.
Para los que no lo conocen, su carta de presentación suele ser: “El tipo que escribió El club de la pelea.” Entonces, por asociación con Brad Pitt o Edward Norton o por lo que sea, la gente cae y dice: “Ahhhhh, ese tipo”.
Chuck tuvo una especie de inserción en el campo de la literatura consumible en nuestro país gracias a que hace un tiempo Rodrigo Fresán lo rescató publicando en Radar uno de sus cuentos más representativos y viscerales (en el sentido estricto del término): Guts o su apropiada traducción Tripas de su libro Haunted o su discutible traducción Fantasmas que salió publicado recientemente por Mondadori a 40 mangos. Pero no quiero hablar de este, que es un buen libro y que sólo estoy leyendo porque conseguí a mitad de precio (la sola idea de pagar 40 mangos por un Palahniuk traducido en dialecto ibérico me hace erizar la piel) sino de una novela anterior que también acaba de ser editada en el país en una edición de papel pulpa o similar (Mondadori, Colección Debolsillo), que “sólo” cuesta 18 mangos y se llama Asfixia.
La compra fue casual, como suelen ser estas cosas.
Basta decir que cuando leí en la contratapa que la novela trataba de un adicto al sexo que se inducía a la asfixia todas las noches como medio de que aquellas personas que lo salvaran de la muerte se sintieran en deuda con él y le enviaran cheques para ayudarlo a pagar las cuentas, sentí que estaba ante una trama tan absurda como interesante de ser probada. Y en este sentido tengo que darle la razón a mi Crazy Bitch: me encanta la literatura Pop. Esa subespecie de literatura posmo con ramificaciones que van de Stephen King y conlfluyen en el summum, Quentin Tarantino, con sus versiones locales encarnadas principalmente en Sergio Bizzio.
Empecé el libro con desconfianza pero ya desde la primer página Palahniuk sabe como captar la atención del lector. Se nota que el tipo hizo muchos de esos talleres que en Estados Unidos llaman de “escritura creativa” o que cursó materias en la facultad de eso (una deuda nuestro programa de estudios de Letras que es demasiado afrancesado y no contempla de ningún modo un costado pragmático para forjar escritores) porque tiene algunos tics y truquitos que repite para mantener atento al lector.
El libro comienza diciendo algo así como: “No leas este libro” y eso, obviamente, impulsa con más fuerza su lectura que se sostendrá con otros de estos trucos baratos (hay una cadena de recursos que si bien originales, se repiten como una secuencia continúa que permite esperar relativamente sin sobresaltos lo que vendrá) y otras vueltas de tuerca interesantes.
La novela se estructura a partir de un catálogo de patologías que podrían ser clínicas: mentales y físicas.
El sexo es como una enfermedad en pasajes en que las desviaciones caen de simples perversiones (recordando que las perversiones no son consideradas patologías) a significar adicción, control represivo, impulso destructivo, etc.
Dos momentos claves en este sentido son la cita del protagonista con una muchacha con deseos de jugar a ser violada por un desconocido (escena que termina con una escena bastante interesante y risible) y en particular el juego sexual que termina mal y confina al narrador a convivir con un par de esas bolitas para juegos anales metidas en su cuerpo y tapándole los intestinos, enfermándolo lentamente y pudriéndole las entrañas.
Palahniuk maneja con precisión la terminología médica y crea sensaciones realmente inmundas en varias ocasiones.
En ese sentido, rescatar su concepción del terror cotidiano parece ser bastante apropiado para comprender la fuerza de su narrativa.
La idea es que el terror verdadero está en las cosas más vulgares de la vida posmoderna: aquellos pequeños placeres que intentan facilitar la vida o que nos hacen creer que vivimos una época de liberación y libertad.
En este sentido es en el que el sexo como práctica liberal se convierte en peligro físico, una alfombra perfectamente pulcra puede convertirse en la pesadilla de una maniática del orden y la limpieza cuando alguien derrame semen sobre ella y la alimentación se convierte en posibilidad de asfixiarse y morir.
Por otro lado, asediados como vivimos por la hiperprofilaxis, todo se convierte en un peligro y el eufemismo es la forma de mantener calmadas a las masas mientras suceden las cosas más terribles.
Otra arista que explota el libro es el de las dependencias que también se manejan en el plano físico, afectivo y sentimental.
Dependencia de una madre loca con su hijo patético, dependencia de una enfermera sexópata con el hijo de la mujer loca, de la gente normal a trabajos degradantes y ridículos, dependencia económica, dependencia de los cheques que lleguen de aquellos que le salven la vida, dependencia sexual permanente: necesidades nunca satisfechas y la imposibilidad de llenar los espacios.
Estas construcciones se repiten en los cuentos de Fantasmas donde el terror al propio físico se repite en ese famoso primer cuento Guts y los terrores de lo cotidiano se manifiestan en cualquier cosa: desde el Feng Shui hasta un masaje de pies (vease Reflexoputa).
Palahniuk es, en definitiva, un escritor interesante que supo aprovechar y aprender unas cuantas lecciones del mundo literario.
Es evidente que tiene muy leído a Bret Easton Ellis (él mismo lo reconoce como influencia) y no me extrañaría que también tenga en su haber la lectura atenta de Michel Houellebecq (de hecho, su escritura de clase media y gente marginal me hace acordar a eso que dijo Houellebecq de que él mismo escribía como Ellis pero sobre clases medias porque los franceses son menos pretensiosos) y que aprendió bien sus clases de “Escritura creativa”.
No me queda más que pedirle disculpas por haberlo discriminado desde el prejuicio de no haberlo leído y recomendar su lectura que más allá de su horrible traducción ibérica bien vale la pena. Paga con humor negro y placer textual.

15 comentarios:

Salitou dijo...

Anoto su recomendación en mi listita :-D
Cómo va todo?

Ferdinand Mortnais dijo...

Casualmente (bueno, no tan casualmente, porque se editó ahora en Argentina)estoy leyendo Asfixia.
Asi que, cancelo la lectura del post porque no se si no tiene spoilers.

Nada más quería decir que el comienzo de tu post me hizo acordar a una famosa propaganda de shampoo para la caspa.

ajsoifer dijo...

Bueno, pasata a comentar cuando termines de leer "Asfixia" porque hay algunos pasajes de mi comentario que pueden ser considerados como Spoilers.

Anónimo dijo...

Hay varias obras de Palahniuk (en inglés) en
http://www.esnips.com/web/booksandstuff?docsPage=7#files

Para ahorrarse el dinero y la siempre objetable traducción.

ajsoifer dijo...

Bueno, mi crítica a lo del "dialecto ibérico" va en el sentido que me parece que las editoriales tendrían que adecuarse al lugar donde publican. Es seguro que si un español lee algo en dialecto rioplatense le va a sonar tan disonante como a nosotros sus traducciones.

Ferdinand Mortnais dijo...

Hubo algo en Asfixia que me sonó muy de Las partículas elementales, de Huellebecq. Sobre todo, la relación de un enfermito sexual con una madre abandónica medio hippie y activista, que le cagó la vida.
Sin embargo, Asfixia sí me gustó. Es una novela divertida, bien escrita, con golpes de efectos -pero sin golpes bajos- bien pensados. Además, logra generar empatía con los personajes, acercarte a su vida cotidiana, sus obsesiones, etc sin artificialidad. Es decir, es una novela que en muchos lugares apunta a generar efectos -y se vale de recursos "de receta" para ello- pero a la vez, no resulta artificiosa como la de Huellebecq. Mucho humor, páginas que te hacen reír a carcajadas, otras que dan mucho asco, una historia delirante y sencilla. Me gustó.

Ferdinand Mortnais dijo...

la traducción gallega, lamentable.


(durante varias lineas no entendía que era "mamaíta")

ajsoifer dijo...

jajajaj perimitime que me ría con lo de "mamaíta".
La verdad es que sí, la traducción lamentable. Es interesante el tema, porque si bien Mondadori es una casa editora con sede en España (no es española, ya que es Mondadori-Random House, es decir, primero que nada, Mondadori es italiana y es de Berlusconi, y con la unión a Random House creo que viene a ser algo así como italo-norteamericana) el libro está impreso en la Argentina (el papel de pulpa barato es increíblemente malo!!!). No se me ocurren muchas soluciones al problema de las traducciones. Yo si tuviese una editorial, haría un cálculo aproximativo de cuántos ejemplares pienso leer en cada zona dialectal y, en base a una traducción madre, cambiarle los giros idiomáticos necesarios.

Respecto al tema de Houellebecq, evidentemente estoy de acuerdo con lo que decís, si bien a mí me gusta un poco el francés. Lo que sí es cierto es que Palahniuk tiene un humor mucho más desarrollado y que justamente, lo interesante de él en su afán de buscar el efecto y la reacción se apoye en este humor tan visceral pero un poco más refinado.
Creo que el tipo, como digo en el post, sabe muy bien cómo hacer su negocio.

Ferdinand Mortnais dijo...

Lo de Houellebecq es una mezcla de intelectualismo con presunciones sociologicistas mezclado con escenas sexuales poco eróticas puestas sin criterio. Las Partículas Elementales no es tan mala hasta los últimos capítulos donde ya directamente me parece que está mal escrita y te queda la sensación de que fue una novela escrita para llenar páginas y sin demasiadas ideas.

ajsoifer dijo...

Igual, "Ampliación del campo de batalla" tiene un par de mecanismo más interesantes si descontás el robo descarado a "El extranjero" (que da de pensar hasta qué punto no robó un poquito de "Crimen y castigo", pero si aceptamos que toda la literatura viene de unos 3 grandes relatos (Biblia, Ilíada y Odisea y el Gliglamesh) entonces estamos todos bien).
"Plataforma" si bien es bastante reaccionaria, me gustó bastante. "La posibilidad de un isla" roza lo ilegible en términos de aburrimiento.

ajsoifer dijo...

Cuantas preguntas! Para mi novela deberán esperar (tengo ganas de organizar algo así como un concurso libre de tapas para el libro dónde la elegida por los lectores sea la que quede en la edición, esto claro, dependiendo de si la edito y dónde la edito y un montón de etc.).
Respecto de lo otro, sí, estudio en Puán y estoy terminando mi 3er año de feliz experiencia (sin contar el CBC).

Bolchevique Superstar dijo...

bueeeena, felicidades!!!!
minga que esperar, la quiero leer ya! jaja

bueno, con respecto a este tipo, habrá que leerlo. Es el mismo que escribió un relato muy asqueroso que creo que una vez pusieron en el viejo foro?

ajsoifer dijo...

Precisamente, "Chucky" escribió "Tripas", el link al cuento lo encontrás en el texto central de mi post. El hipervínculo está en la palabra "Radar".
Y si no, el cuento lo encontrás en el libro de él que se llama "Fantasmas". Pero no sé si vale la pena que nadie pague 40 mangos por el libro que si bien está muy bien, derrapa un poquito. No como "Asfixia" que sale 18 pesitos y es muy honroso.

Hernán Vanoli dijo...

Me parece que "Las Partículas..." es muy superior a cualquier cosa que vaya a escribir el bueno de Chuck en su vida. Además de la traducción y el papel, a Asfixia le sobran como 100 páginas. Y abusa de los recursitos de taller literario.
Saludos!

PD: lo de "discusión para el mercado" en mi post intentaba ser irónico. Parece que no salió.

Ferdinand Mortnais dijo...

Las particulas es una mierda. Houellebecq es un tipo con muy pocas luces y con un sentido del humor nulo. Tiene la pretenciosidad de un Zola, pero escribe pornografía para intelectuales de la gauche caviar.
Palahniuk tiene un estilo totalmente depurado de esa intelectualidad barata, es el heredero del realismo sucio, pero con un sentido más agudo de la efectividad y el entretenimiento.