Popular
Había una serie que pasaban por Sony (cuando miraba Sony) que se llamaba Popular y que fue una de las pocas series de TV que seguí asiduamente.
Como casi todas las series que alguna vez seguí, fue cancelada luego de unas pocas temporadas (dos para ser más exactos).
No sé si la serie era demasiado brillante (si bien tenía un sentido del humor un poco cáustico que la hacía destacarse de otros productos del mismo tipo) pero era entretenida, tenía a Carly Pope como protagonista y era una perfecta excusa para encerrarme a ver televisión.
La segunda temporada la pifió desde el comienzo con una especie de ruptura de los propios códigos internos de la serie. Hacer revivir a un personaje que había sido devorado por el gato e incinerado no sonaba a algo que podría ser admitido, ni siquiera en una serie que planteaba un baño de mujeres de una escuela pública yanqui como si fuese una especie de versión reducida del Palacio de Versalles.
Hubiese sido posible superar el estupor de este "Salto del tiburón" de no haber sido por el horrible corte de pelo que le hicieron al personaje de Carly, Sam McPherson.
Como pasó con Felicity que cuando se cortó el pelo disminuyó el rating, tengo la teoría de que debe haber influído ese cambio de look en la prematura cancelación de la serie.
Obviamente influyó también que las tensiones que se habían desarrollado en la primer temporada se aflojaron, perdiendo toda tensión precisamente, y no se generaran nuevas intrigas interesantes, lo que llevó a la pronta ruina del programa.
Me acordaba de esta serie y pensaba entonces en las series que seguí asiduamente y cuánto duraron.
Millenium, el hermanito oscuro de los X-Files duró tan solo 3 temporadas y daba para mucho más.
Boston Public duró hasta la mitad de su cuarta temporada (y me pregunto qué clase de perversión tengo que me encantan ver series yanquis sobre High Schools) y fue cancelada cuando era evidente que ya no daba para más.
Spin City murió casi en el momento en que Michael J. Fox se retiró de su rol protagónico debido a su mal de Parkinson.
Seinfeld empecé a verlo cuando ya había terminado.
Nip/Tuck sigue en pie (por ahora) y sospecho que pude deberse a que dejé de verla cuando mi VHS se rompió impidiéndome programarlo para grabar el programa. Temo llevarla a arreglar y a la vuelta enterarme que la cancelaron.
No creo que todas las series que mueran estén mal muertas. Algunas me dan un poquito de pena, algunas creo que podrían haber seguido innovando o planteando diversas situaciones (en especial Millenium que tuvo un final muy abrupto y daba para muchísimo más, más que los X-Files incluso).
Lo que me interesa es pensar en esta cuestión que suele sucederme: llegar tarde o apostar al caballo perdedor.
Una vez, alguien que no recuerdo me dijo que lo que le dolía de su vida era llegar siempre tarde. Llegar cuando las cosas ya habían sucedido, cuando ya había pasado la posibilidad. Perder el tren. Siempre.
Cuando era niño pasé mis días en una especie de líquido amniótico de realidad suspendida.
Digamos que la lectura compulsiva, los excesivos cuidados maternos, mi propia PC, mis videojuegos y mis amiguitos freak-o ayudaron a resguardarme de toda popularidad.
Las historias de solitarios y gente perturbada entonces, me gustan. Por un proceso de empatía, de identificación, un reflejo de lo que soy o me gustaría ser o me hubiese gustado no ser.
Frank Black, George Costanza, el protagonista de El traductor de Benesdra (a quién recordé hace poco por un post de Charly) algún personaje de las novelas de Mariana Enríquez, Sam McPherson (en versión masculina, claro) son momentos de escape de la realidad y de consciencia de saberme un poco reflejado en alguien. Por más que sepa que es una ficción.
Hace un tiempo le escribí a Mariano, y creo que se me fue la mano con la verborragia, que sentía algo raro con esto del Blog.
Le contaba que de pendejo tuve mi fanzine, todo adolescente e idealista y romántico. Y luego tuve mi foro, y ahora tengo mi blog.
Algunos me leen. Muchos dirán que soy un pelotudo, a alguno le gusta o le interesa lo que digo.
También le comentaba en ese e-mail la ambigüedad de saber que uno escribe para uno pero que al mismo tiempo, al hacerlo público, se expone a la mirada de una cantidad potencialmente inmensa de lectores.
Uno escribe algo y piensa: "Seguro que esto genera mucha respuesta". Uno se enorgullece de algo que escribe o piensa y sin embargo después, por lo general, la respuesta esperada no llega.
Pasa lo contrario con cosas que uno pensaba que no iban a generar respuesta y después estallan en debates y discusiones.
También es cierto que a muchos de nosotros nos gustaría ser descubiertos por el editor de Just Lola (no la linkeo porque me parece horrible su blog) y que nos venga con un contrato en la mano para que a simple firma pasemos a integrar el sueño americano de la novela propia, el ensayo propio, el libro propio...
Y no somos Populares. Si tenemos que elegir quién nos representa mejor entre Sam y Brooke (en la primer temporada de Popular) somos Sam. La morocha perdedora con nombre de hombre.
Pero de a poco, sin embargo, nos vamos colando en diversos espacios.
Ganamos enemigos virtuales, ganamos menciones en blogs y revistas, ganamos críticas furibundas, ganamos que alguien, alguna vez nos diga en persona: "Ahhh, vos sos el de ese blog? Yo lo sigo... está bueno che."
Y después está eso de cruzarte con Link en el pasillo y mirarlo a los ojos y decir: "Este tipo no tiene la menor idea de que yo soy el que lee su blog todos los días y ocasionalmente comento sus posts. ¿Habrá leído alguna vez algún post mío? ¿Le pareceré interesante?"
Pero después está el otro tema. El tema de la seriedad con la que uno se toma esto. La seriedad con la que uno se toma su vida, su profesión.
Al menos hablo por mí.
Que se yo... no puedo dejar de pensar en términos de juego.
Y en términos de disrrupción también.
Pequeñas tonterías, pequeñas plagas que uno va sembrando o estimulando.
Si veo que alguien se refiere a Puán como La Puanera no puedo dejar de pensar que es divertido y que implica un tomarse en joda un discurso que pretende ser serio.
Si leo fuckultad, lo mismo.
El día que vea que alguien más que yo se define como letroso voy a sentir que conquisté otro espacio formal de la lengua.
Son tonterías. Pero en el movimiento que implica tomarse más en joda todo y en especial lo que hacemos, siento un inmenso placer.
Supongo que este no es un buen camino para ser Popular. No entre cierta gente quizás. Pero algunas de las pequeñas pestes en forma de neologismos disrruptivos que voy sembrando se expanden y entonces tenemos un desafío al sistema. Al menos al sistema lingüístico si quieren. Yo diría que es un desafío a la pretendida seriedad.
La risa es lo más distorsivo y la parodia es una arma letal.
Eso me gusta.
Desde los 15 años me fascina el nihilismo.
Una vez una persona muy pequeña e insignificante me dijo que en la Puanera (en realidad dijo Puán) había dos tipos de individuos: Los Psico-Bolches y los Nihilistas-Foucaltianos.
Estábamos, evidentemente, en bandos diferenciados. Quizás esa sea la respuesta que tanto tiempo busqué en vano.
Entonces si: destrucción. No proponer nada. Sólo regodearse en ver como todo decae.
Supongo que no es la opción más Popular. Pero nunca fui un chico popular.
Por último tenemos esa idea que me fascina desde que la escuché por primera vez: "los baños de multitud"
Pienso en mis experiencias y recuerdo alguna vez que salí de la cancha de Racing con mi viejo y mi bro, caminando los tres en medio de una tumultuosa masa que se desplazaba como una especie de sopa condensada.
Hay algo en eso que no deja de fascinarme y asombrarme.
Es una sensación inexplicable. Pero se siente muy rica. Y pienso si a eso se refería Baudealaire cuando pensé su concepto.
Como quisiéramos ser Baudealaire. Pero con suerte llegemos a ser los Sallieris de algún Mozart.
Probablemente nunca sea tan Popular como Brooke McQueen. Tampoco creo que vaya a lograr esa coolitud de Sam McPherson.
Me voy a tener que conformar con vivir mis cinco segundos de famita blogger. Dicen que dura lo que dura dura. Después me iré a dormir.