3 de abril de 2009

Peras por manzanas


Que siempre existió el hypeo literario es algo tan conocido que para darse una buena muestra basta con recorrer los títulos de la colección Grandes novelistas Emecé.
Los tipos ya te decían que ellos tenían los “mejores” o los más grandes y uno compraba eso como parte del producto.
Es lógico y es una cuestión de simple márketing: sale un libro, digamos que es lo mejor que te puede pasar en la vida para convencerte no sólo de comprarlo sino de gastar tu precioso tiempo en leer ese ejemplar y no las mil millones de otra posibilidades de lecturas o las miles de miles de millones de posibilidades de otras actividades que no sean la lectura. Y además, de paso, te decimos que es “lo mejor” así podés presumir ante tus amigos y/o conocidos que visiten tu biblioteca: ahí vas y les mostrás que vos tenés a los mejores, por más que nunca los vayas a leer.
En las contratapas de los suplementos las editoriales grandes invierten parte de sus presupuestos de márketing en poner foto de tapa del libro y con suerte foto del autor y algún comentario elogioso de periodista cultural o crítico o el que sea que haya dicho algo bonito sobre el libro en cuestión.
Son las reglas del juego y creo que cualquier lector avezado está acostumbrado a ese tipo de lógica marketinera.
Lo que me parece que está pasando por otro lado es que se produce una especie de sobreaxegarado hype literario enfocado en libros de escritores jóvenes argentinos que pegan una editorial pequeña o mediana y entonces, todos los blogs del ambiente, todos los amigos del ambiente, todos los comentadores del ambiente, los que tienen acceso más o menos irrestricto a medios de prensa gráfica salen a estimular ese hypeo impresionante que al final hace que cualquier libro (y no hablo de ninguno en particular) se convierta en “El libro del año” cuando quizás lo mejor hubiera sido ir con la verdad: “Es un buen libro” o “Es un libro que tiene sus momentos” o “Es muy bueno en algunas cosas pero le pifia en otras” o “Es un libro malo por estos X motivos”, en fin, la variedad es infinita.
Y hablo también asumiendo mi responsabilidad y en plan autocrítico, sabiendo que cuando he podido introduje en algún medio una entrevista a un escritor amigo o conocido o la reseña de algún libro del ambiente.
Lo único que se genera es este tremendo y zumbón hype que hace que un libro, sólo porque es de un escritor argentino nacido de 1970 para acá, sólo porque es un libro que publicó una editorial pequeña y por lo tanto no tiene llegada masiva y sumado estos factores necesiten un poco de impulso para convertirse en moderados éxitos o vender digamos, no sé, la mitad de la tirada (estoy tirando un número al azar y sin comprobación real), termine siendo sobreexpuesto. Un libro que incluso puede llegar a estar bueno, pero cuando uno finalmente lo va a leer se le derrumba en comparación con el excesivo y no fundamentado boca a boca.
Ese mecanismo mágico del boca a boca, se transmutó en “blog a blog” y perdió en el camino. Porque un boca a boca forzado por algún factor no es un verdadero boca a boca y por lo tanto termina cortándose naturalmente. Muere en la medida en que se chocan las expectativa altísimas con la verdad del libro.
En la “crítica blogger” de estos momentos nadie se atreve a decir lo que realmente le pareció un libro y si alguien se atreve finalmente, porque esto en defnitiva es un blog, un producto con el que uno mismo, uno autor, el gil de la fotito de arriba a la derecha se lo tiene que bancar con su propio cuerpo, vienen las críticas de mala leche, resentidas, animosidad manifiesta, etc.
Claro, esto es un blog, no es una revista. El editor es uno mismo.
Está buenísimo en cierto sentido porque es más honesto que los medios de comunicación masiva porque es más fácil encontrar una línea editorial o verla explícita, y es una cagada porque no podemos esconderlo.
Una revista da cierta impunidad de culpas repartidas. Si digo lo mismo que digo en este blog pero lo publico en una revista (digital o de papel) tengo el respaldo de un consejo editor, de un grupo que supuestamente funciona de forma compacta respaldando mi opinión.
Entonces, un blogger podría y debería hacer explícito si tiene alguna preferencia estética o fetiche determinado. Me parece lógico y hasta deseable. Creo que ha quedado visto por más de un post que escribí que por ejemplo amo a James Ellroy, Raymond Chandler, Alan Moore, Frank Miller y varios más, que me encanta la narrativa argentina de Mariana Enriquez y Pablo Ramos, y les tengo simpatía a proyectos editoriales como los de Entropía, Eterna Cadencia, Caja Negra Editora y algunas otras.
Si Harold Bloom puede tener su canon, no veo por qué yo no.
Esto tampoco significa que inmediatamente si alguno de ellos saca un producto que no me gusta tanto de todos modos vaya a decir que son “lo mejor del año”. Ni tampoco tengo intención de callarme si un libro publicado por alguno de ellos me parece francamente malo.
Todos los medios de comunicación tienen sus amigos y enemigos. Es normal e inevitable. La objetividad periodística de cualquier revista es un chiste malo.
Pero de lo que tenemos que tener cuidado es del hypeo al pedo. Las cosas en su justa medida. Las reseñas que señalen lo bueno y lo malo por igual. Me gustaría que perdiéramos el miedo de ofender a un autor-amigo-conocido del medio porque ahí se nos va todo al hypeo idiota y el resultado es contraproducente y origen del comentario malintencionado del tipo: “Che, ¿Viste todo lo que hablan de que el libro X es lo mejor que se publicó este año? lo leí y me pareció una cagada.” Todo dicho en tono de superado y desconfiado-escéptico.
Sumado a esto, con tanto hypeo literario, algunos autores puede que se lo crean y terminen como en ese capítulo de South Park en el que la gente que vive en San Francisco es taaaaaaaan pero taaaaaan cool que hasta se convencen de que sus pedos huelen bien y se la pasan todo el día oliéndose su propio culo.

Las críticas que no se escriben

Y en ese estúpido consenso también caen las críticas que no se hacen. La crítica pasó de ser un verbo “Él critica” a un sustantivo soso: “Crítica”. En eso se perdió el contenido de la misma crítica: si uno ejerce su profesión de la manera más honesta que puede y considera un libro malo y dice y justifica el por qué del fracaso (en la operación que intenta, en su estructura, en lo que sea que lo conforme, etc.), se le vienen encima los aprietes que pueden tener diversas formas: mala leche, apriete personal e intimidación, comentarios (“A ese pibe lo voy a cagar a trompadas”), dejar de recibir libros de determinada editorial, censura previa en otros blogs y la literatura se convierte en un partido de fútbol con barras bravas apretando a los jugadores.
Los bloggers literarios entonces parecen vivir embobados con cuanta gilada se publique (porque en la literatura, y esto es casi estadístico, de 10 libros publicados, 8 son una gilada) porque necesitan para subsistir el beneplácito de las editoriales que les mandarán sus libros para reseñar y de esta perversa forma, el blogger que comenzó honestamente, ejerciendo su profesión ad honorem termina convirtiéndose en una especie de sucursal de prensa de las editoriales que le envían sus libros. Y encima lo hacen gratis.
Señalar las simpatías pero también jugársela y decir las cosas de frente: no amedrentarse por la amistad y el “en este medio nos conocemos todos”.

El caso del Spore

Pasó el año pasado: la salida del juego de Will Wright, Spore se venía prometiendo desde hace años como una verdadera revolución. Finalmente salió y había habido tanto, pero tanto hype encima del producto que no tardó nada en caerse, estallar como la burbuja que era.
Si bien recibió buenas críticas de las principales revistas especializadas, el público mismo se encargó de enfurecerse contra el juego e inundó blogs de quejas y desilusiones. No había estado a la altura de tanta expectativa (algo así imagino, pasará finalmente con el Duke Nukem Forever el día que finalmente salga y por eso me parecería mejor que directamente lo cancelaran de una vez).
Es un ejemplo a tener en cuenta a la hora de planificar unas estrategias de márketing viral más interesantes y productivas para la literatura argentina conteporánea que se edita, sabiendo que la hay de la buena y de la mala, pero que es necesario destacar que no podemos seguir guiándonos por el criterio: “Buena es la que se recomienda en los blogs y mala la que no” porque hay cientos de escritores que por no pertenecer a ciertos grupos se pierden de la posibilidad de circulación blogger y otros que aparecen, ponen a circular libros que no valen ni el papel que se empleó en imprimirlos.
No vaya a ser cosa que los propios críticos terminen convencidos de que sus reseñas y críticas poco comprometidas huelen bien y se pongan a olerse sus propios culos.

5 comentarios:

Pablo Toledo dijo...

Adhiero 500%: al final, algunos de los que tanto lloraban porque "no nos abren las puertas" terminaron armando ellos sus puertas para abrir y cerrar, y se armó de 2005 a esta parte un puterío importante. Lo bueno de los antiguos pasilleos es que se enteraban los que estaban alrededor y nadie más; en la era del blog, los papelones se hacen en público y las cyberinfladas son particularmente vergonzosas.

Cassandra Cross dijo...

Estoy muy de acuerdo con lo que escribiste acá, Rufián. No podría agregar más.

utyman dijo...

Y lo peor de todo es que no sabe lo que es un bug.

ShopGirl dijo...

Muy buen comentario...muy buen post.
Estoy de acuerdo con lo que escribiste, especialmente el ultimo parrafo.

Beso

Drodro dijo...

Bien dicho.