30 de noviembre de 2005

Entropía

La 2da Ley de la Termodinámica (también conocido como Principio de la entropía o Principio del máximo desorden) sostiene que el universo tiende siempre hacia el desorden. Es decir, hacia formas más bajas de energía, aquellas que ya no resultan reutilizables y se pierden.
Todo tiende a arruinarse. El envejecimiento, el desgaste de los materiales y todo lo que implique un gasto de energía que ya no se recupera sino como una forma más baja de energía, todo eso conforma el Principio de entropía.
En palabras sencillas se podría decir que se gasta más de lo que se consume. Un ejemplo más claro aun: para que un auto se mueva es necesario un motor y nafta. Esa nafta al entrar en combustión con la chispa pone en funcionamiento el motor. El coche anda y la nafta se gasta. Eso que se gastó, es irrecuperable. Se convirtió en energía necesaria para mover el motor pero una vez gastada, esa energía no puede volver a juntarse y convertirse nuevamente en nafta.
Ahora bien, las formas vivas requieren de consumir energía para sustentar su vida, su desarrollo y su reproducción; pero un organismo vivo, sólo utiliza el 10% de la energía que adquiere a estos fines. El resto de la energía se reparte en crecimiento, conformación de nuevos espacios y habitats que mejoran sus condiciones de vida y garantizan la subsistencia de la especie y finalmente, luego de cumplidos estos gastos de excedente energético, el resto se destina a lo que se ha llamado: gasto inútil.
Será energía gastada sin ningún tipo de utilidad y energía que ya no podrá reutilizarse.
El Hombre posee la capacidad de trabajar sobre la realidad existente modificándola y generando nuevas condiciones que representan mayores posibilidades de subsistencia. La capacidad de considerar la muerte y evitarla mediante el empleo del trabajo, lo diferencia del resto de los seres vivos.
Ese trabajo surgirá como negación de la realidad existente. El deseo impulsa esa negación que consiste en modificar la realidad: dónde había un arbol, ahora hay leña para hacer una fogata.
Ahora bien, una vez determinado este gasto de energía en forma de trabajo, el hombre se encuentra con que le queda este excedente que deberá utilizar en forma de un gasto sin utilidad.
En las sociedades humanas modernas, en lo que todo pretende ser a partir del cálculo de utilidades, la idea de un gasto que no genere nada útil, resulta inadmisible.
Georges Bataille dirá a este respecto que existe una contradicción entre las concepciones sociales corrientes y las necesidades reales de las sociedades, que consisten precisamente en la necesidad de ese gasto inútil.
La sociedad entonces, institucionaliza esta necesidad. Y lo hace imponiendo límites. Se genera una dialéctica constante entre el gasto productivo y el improductivo: el derroche como contrapartida de la inversión productiva, el erotismo en contraposición del sexo reproductivo, la fiesta como dilapidación de recursos en forma frívola.
¿No es fascinante la concepción del gasto inútil?
Si tuviésemeos la capacidad de vivir en función de ese gasto inútil pero necesario para subistir, otra sería la sociedad.
El erotismo, la fiesta, la dilapidación de recursos... el poder de agarrar un jarrón y estrellarlo contra el piso.
Pura animalidad. Puro instinto.
Estos días me siento un animal encerrado. Tengo toda una carga infernal de energía que necesito dilapidar. Necesito arruinar algo, necesito romper algo, necesito acabar muchas veces, necesito escupirle en la cara a la realidad.
Esto me recuerda una de las primeros sintagmas con que comienza Trópico de Capricornio de Henry Miller: "...a veces me decía (a mí mismo) que si Dios existiera, iría tranquilo a su encuentro y lo escupiría en la cara".

Creo que si Dios existe, está buscando por todos los medios, que vaya a su encuentro y le enchastre la cara con un buen salivazo.
¿Acaso hay forma más extrema de gastar energía inútil? No me voy a ganar el Cielo eterno... me voy a ganar un Orgasmo eterno...

7 comentarios:

aniground dijo...

si, el mundo se va a acabar y entonces vamos a llorar. pero en una de esas ya no este y eo es ams triste.

Salitou dijo...

Leí entropía y me enganché. Lo dejé para cuando tuviera la cabeza fresca, no saltando la cuerda cantando la canción de la margarina por todos lados, como es habitual (mi Dios, qué imagen). Y ese momento llegó, y me hiciste pensar en la pirámide de don Maslow, y pensé que a lo mejor de esa energía que sobra, y que tantas veces no nos damos cuenta que tenemos, o creemos que no tenemos porque no nos acordamos donde la dejamos, un poquito de esa energía sirve para ir poniéndole ladrillos, terminar el piso y empezar con el siguiente. Pero qué pasa cuando salteamos ladrillos y empezamos a armar el piso de arriba? Se nos tambalea la pirámide, pero... cuánto tiempo podrá durar de esa forma? Es realmente necesario terminar el piso de abajo para poder pensar en el que sigue? No quedará linda la pirámide con ventanitas?
Pienso que todo lo que derrochemos para que este tiempo que estamos acá merezca llamarse vida no es un derroche, esta vez el fin justifica los medios.
Ups, me colgué otra vez y te invadí el blog.
Donde hubo un árbol ahora hay leña para la fogata, así que prendo el fueguito, pongo la pava, y cuando quieras pasar a invadir mi blog, te convido con unos mates :)

Dr. Cisella dijo...

No comprendo muy bien esa teoria de la entropia.
Cuando era chico me tope con la teoria determinista y nunca la dejare hasta que me expongan claros argumentos que la refuten.
Determinista hasta la muerte!

aniground dijo...

mmm podes creer que no me vi el padrino jaja besos

Ferdinand Mortnais dijo...

hágase un post, rufián!

aniground dijo...

es verdad mi vida quedo un tanto vacia... como me entiende

Caro dijo...

Tu texto es excelente, pero sinceramente me deprimio. Asi que nada tenia sentido y camino rumbo a la desintegracion energetica? Rajo ya al boliche a ver si consigo un colchon compartido esta noche!